Hechos de Los Apóstoles 2: 1-41
El domingo 12 de junio, se celebró Pentecostés, que significa: 50 días después de la Pascua (Domingo de Resurrección). El INICIO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
El descenso del Espíritu Santo en María Madre de Dios, los Apóstoles y demás mujeres que estaban en oración, luego aparecen unas lenguas de fuego sobre ellos y con esto ellos comienzan hablar en lenguas. Este es un momento culminante en nuestros Apóstoles pues al recibir al Espíritu Santo logran obtener los dones que les da la fuerza para ser evangelizadores por el mundo.
Sin el Espíritu Santo NO podemos ser evangelizadores, ni servidores del Señor pues solo él nos puede dar el valor, la perseverancia necesaria, el amor por el prójimo, paciencia y paz en el camino.
No olvidemos también que nosotros somos templo para él, por lo tanto debemos de cuidar de nuestros cuerpos… nada es imposible con su amor e inspiración. Recuerden que toda persona que haya sido bautizado con el Espíritu Santo recibe sus dones; solo es de saber cual o cuales hemos recibido y utilizarlos para que den frutos.
Cuales son los dones del Espíritu Santo:
Sabiduría: gusto para lo espiritual, capacidad de juzgar según la medida de Dios.
Inteligencia (entendimiento): es una gracia del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas.
Consejo: ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone, sugiriéndole que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma. Puede escuchar y aconsejar a otros.
Fortaleza: Fuerza sobrenatural para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros y sobrellevar las contrariedades de la vida, para resistir la maldad, las presiones internas y del ambiente. Supera la timidez y la agresividad.
Ciencia: nos da conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador. Sabe hechos de personas sin conocerlas de su pasado, presente y futuro. Sabe sobre la palabra de Dios, la verdad de Dios y puede demostrarlo.
Piedad: Sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios como Padre y para los hermanos como hijos del mismo Padre. Clamar ¡Abba, Padre!
Temor a Dios: Espíritu contrito ante Dios, consciente de las culpas y del castigo divino, pero dentro de la fe en la misericordia divina. Temor a ofender a Dios, humildemente reconociendo nuestra debilidad.
Una vez, sepas tus dones debes de cultivarlos para que den frutos.